“Quién podría imaginar dicho paraíso
Convertido en un paisaje sombrío
Plasmado de gritos, llantos, sirenas
Y hasta un silencio abrumador”.
D., estudiante, 26 años[1]
En los últimos días del mes de abril de 2003, un tercio de la ciudad de Santa Fe se inundó: entró el río a la ciudad. El agua muy fría y aún más sucia llenó casas, tapó otras tantas. Perdimos cosas tangibles e intangibles. Muebles, ropa, televisores, juguetes. Se deshicieron fotos de la infancia, libros, cartas. La vida de esta ciudad, entre movilizada por miles y detenida por más de un centenar de muertes, cambió para siempre.
Los días, semanas y meses que siguieron a la inundación en una cotidianeidad quebrada, sacada del estado natural de su discurrir, pusieron en jaque el pacífico simulacro que divide a los barrios del Este y del Oeste, a las lógicas de circulación y ocupación de los diferentes lugares de la ciudad. No es lo mismo mirar que ver. Santa Fe fue sacudida por la catástrofe y por la imagen que le reveló el espejo de sus propios prejuicios: nadie podía seguir siendo invisible.
La inundación fue y es muchas cosas, no puede caracterizarse de manera unívoca. Pero esto no quiere decir en absoluto que no se pueda hablar, y hablar no es lo mismo que decirlo todo: aceptar la diversidad de la inundación es denunciar la interpretación que pretendió subsumir el hecho y aún su complejidad viva en un encubrimiento mudo.
Inundación- tragedia: por el desarraigo, por la pérdida de vidas, de hogares, de pertenencias, de la huella de historias individuales y colectivas. Inundación- trauma: que oprime aún la subjetividad de muchxs que todavía no han podido liberar su testimonio, que no tienen paz. El agua desbordada significó muchas cosas, produjo tantas otras y en esa convivencia encontrada de los sentidos que unos y otros le dieron, sobresale uno que reproduce en sí mismo la injusticia y la asimetría de este hecho: la Inundación-crimen. Porque el río no avanzó por una fatalidad, por el azar, ni siquiera por un error. Lo que quebró la existencia de miles de personas fue una acción deliberada, una decisión de actores concretos. En este sentido, los responsables políticos de la Provincia y los responsables sociales del saber son igualmente cómplices de la inundación y de sus consecuencias que, paradójicamente, no sufrieron. Gobierno provincial y Universidad apuntalaron, luego, con la invalorable colaboración del diario El Litoral, el único bastión, el refugio necesario de su impunidad: el silencio.
El “a mí nadie me avisó” de Reutemann es el espejo del “nosotros le avisamos al gobierno” de Barletta. Saber y poder se anudan: ellos sí sabían. Del otro lado, los miles de inundados a los que, efectivamente, nadie nos avisó. Las redes de impunidad que no pudieron contener el río quedaron tendidas en varios espacios de la ciudad cuando bajó el agua, lugares donde el saber pretendió no saber y enmudecer: recién nueve años después del 2003 las paredes de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la UNL dejaron de ser caja de resonancia del ocultamiento y el disimulo.
Por esto, decir la inundación, las inundaciones, decir a los culpables y a los padecimientos de los inundados, es decir a la ciudad de Santa Fe. En su historia, sus representaciones, sus haceres, sus prejuicios, sus injusticias. Es restituir, denunciar: vindicar. Las voces de la experiencia y la lucha tuvieron su insurrección frente a la historia oficial de funcionarios políticos y académicos. Así como la inundación no fue una tragedia del destino ni la naturaleza, la justicia no sobreviene por el operar de una armonía cósmica: la hacen los hombres y mujeres, damnificados y no damnificados, comprometidos y movilizados de la ciudad de Santa Fe.
En el camino de lucha que fueron labrando los diferentes actores desde la inundación-denuncia en carne viva hasta la inundación-memoria política, se inscribe el trabajo colectivo plasmado en esta publicación. Los días 25, 26 y 27 de Abril de este año las agrupaciones universitarias independientes Mate (FICH), Martín Fierro (FIQ) y Andamio (FHUC) organizamos unas jornadas con el propósito de oponer a la desidia e impunidad de los dichos de los responsables de la inundación, los testimonios y declaraciones de quienes tuvieron que y decidieron hacerse cargo de contestarlos; ya sea desde su vivencia personal como desde un trabajo involucrado con la causa. En las mismas participaron: Jorge Castro, Ma. Claudia Albornoz, Alfredo Trento, Juan Pascual, Juan Bordas, Fernán Crovella, Carla Boggio, Milagros Demiryi, Alejandro Perez, Héctor San Agustín, Iván Stiefel y Gustavo Torres. De la potencia y el valor de los discursos e intercambios que se dieron en la actividad, surgió la necesidad de generar la trascendencia y difusión ampliada de todo ello en un documento que perpetúe su resonancia viva; necesidad a la que intentamos dar respuesta con esta edición producida por un trabajo conjunto de las agrupaciones organizadoras de las jornadas, el grupo Editorial 4 ojos, el centro cultural y social El Birri y Juan Pascual, editor del periódico Pausa.
El libro reúne las desgrabaciones de todas las exposiciones y de los debates que tuvieron lugar al cabo de las mismas, así como el que se dio en el taller que presentamos en el Foro Nacional de Educación para el cambio social en el mes de Junio; material de un valor inapreciable al momento de poner en primer plano la pluralidad de cuestiones, hechos y pareceres que construyen el relato de la inundación como un haz.
Esta no es la primera vez que el papel encarna voces que la inundación no pudo ahogar[2], es una vez más que pretende tomar su sentido de no poder ni querer ser la última. Interpelando a los lectores no como espectadores u oyentes pasivos de una historia, sino como los actores que fueron y que quizás retrospectivamente puedan criticar su lugar, este libro pretende sumarlos en su intento de cambiar las redes de silenciamiento por redes de difusión y expresión, en la tarea impostergable e imperecedera de multiplicar los relatos y contestar la mentira funcional.
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[1] Extraído de: Hechim, Ma. Angélica; Falchini, Adriana (Coord.); Contar la inundación; Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2005.
[2] Imprescindible hacer referencia al libro Verdades locas contra impunes mentiras. Fábula política inundada bajo el Reino de los Fangos (2011) de Jorge Castro; así como la publicación Contar la inundación, mencionada en la nota al pie precedente.